Castillo es ya el candidato antisistema y mientras más le atacan el peruano normal más se identifica con un profesor andino, indígena, rural, rondero y agricultor que nunca ha tenido las manos manchadas por la corrupción.
Cuando faltan 2 días antes de la segunda vuelta peruana es claro que el profesor rural Pedro Castillo ya ha ganado los comicios. Él le ganó a su rival Keiko Fujimori en la primera vuelta con una ventaja de un 50% más de votos y todas las encuestas le han venido dando siempre un primer puesto.
Inicialmente los sondeos hablaron de hasta 2 decenas de puntos de ventaja para terminar en unos 2 puntos no más, lo cual es presentado como un “empate técnico”. Sin embargo, no se puede confiar en las encuestas y menos en un país como el Perú donde ya se han visto videos en los cuales el fujimorismo pagaba a las encuestadoras. Además, debido a la pandemia, los sondeos se hacen por teléfono y, por ende, no incluyen a la gran masa que carece de éstos o a los peruanos del exterior.
Mitines
La verdadera encuesta es la que se ve en las manifestaciones. Una ventaja que tiene Keiko Fujimori es que tiene mucho dinero para contratar buses y personas para sus eventos, mientras que Pedro castillo carece de recursos y su apoyo se asienta en los más humildes que deben trabajar mucho y tienen dificultades para asistir a eventos tanto por que deben laborar como por el miedo al coronavirus, que ha quitado la vida al 1% de la población adulta del Perú.
Pese a esa abismal diferencia se nota que las concentraciones de Castillo son mucho mayores que las de su contrincante, lo mismo que pasa con las marchas anti-fujimoristas que superan a las “anti-terroristas”.
Keiko Fujimori esperaba que en el último debate presidencial del domingo 30 de mayo ella fuera a valerse de su oratoria, experiencia y equipo técnico para tramontar estar debajo de él en los sondeos y poder aplastar a su adversario, pero eso no pasó. A pesar que Castillo desperdició varias oportunidades para aplastar a su rival, no lo hizo. Sin embargo, una encuesta de los lectores de La República, el único diario que no se ha parcializado con ningún candidato, mostraba que él había ganado.
Al día siguiente del debate Fujimori hizo una reunión con unas pocas decenas de notables, incluyendo los Vargas Llosa y el golpista venezolano Leopoldo López, para firmar un acta por “la democracia”, mientras que Castillo realizó lo que La República ha denominado el mayor mitin de la contienda electoral. Él hizo ello en Juliaca, una ciudad de la cuenca del Titicaca, donde nunca antes, ni siquiera en tiempos de no pandemia, se había reunido tanta gente para una manifestación política. En Cuzco, donde Keiko Fujimori no pudo hablar por la oposición de la población, Castillo fue aclamado.
Keiko Fujimori hizo a inicios de junio algunas presentaciones en las regiones de Lambayeque y Piura al norte, pero la cantidad de gente que ha movilizado es inferior a la que el propio Castillo ha congregado en el distrito de San Juan en Lurigancho en Lima, la ciudad pilar del fujimorismo.
Mítines finales
El jueves 3 de junio que ha sido el cierre de campaña de ambas candidaturas ha sido muy revelador. Los dos adversarios quisieron tener la plaza San Martín, pero se les prohibió. El fujimorismo decidió no tener su concentración final en el centro de la capital para evitar recibir silbatinas o choques y se concentró en Villa El Salvador donde lograron montar un escenario millonario con artistas y trayendo movilidades llenas de gentes de todas partes de Lima y Callao.
Cuando a Perú Libre se le comunicó que no podían hacer su presentación final con artistas en la Plaza San Martín se quedaron sin indicaciones claras en sus redes sociales. De manera improvisada sacaron una concentración en la plaza 2 de mayo, aunque la alcaldía capitalina no les había autorizado. El mitin fue hecho sin artistas y escenario, y solamente improvisando desde un balcón. Pese a ello y a que no tenían buses o movilidades para traer a sus propios partidarios, dicha plaza estaba repleta.
Para desgracia del fujimorismo el match Perú-Colombia que se dio en el Estadio Nacional a poco de terminar ambas concentraciones terminó con una goleada del equipo visitante, con la cual el seleccionado nacional que se identificó con el fujimorismo ha quedado desacreditado y último en la tabla de posiciones hacia el Mundial 2022. Hoy, muchas le echan la culpa al fujimorismo por haber desvirtuado y corrompido el fútbol.
Búmeran
Todos los intentos de desacreditar a Castillo acusándolo de terrorista, senderista, comunista e ignorante, y de haber monopolizado los medios de comunicación en su contra les ha salido como un tiro en la culata. La población más humilde le echa la culpa de su miseria y de las muertes por el Covid a la corrupción, a la entrega de recursos naturales a extranjeros y al abandono del estado, lo cual es identificado por el fujimorismo.
Ni el uso de los polos de la selección de fútbol ni la promesa de bonos ha entusiasmado a las mayorías. El fujimorismo solo ha logrado apasionar a los sectores más pudientes temerosos de que pudiese venir un inexistente monstruo comunista.
Nunca en la historia mundial una candidata ha llegado a un balotaje con el 11% de los votos emitidos en primera vuelta y menos aún ha ganado una segunda ronda teniendo que multiplicar por 4 ½ veces su inicial caudal para superar el 50%.
Keiko Fujimori es, además, la primera mujer en la historia que siendo candidata no se le deja salir del país para participar en un evento internacional pues la justicia se lo impide ya que ella ha pasado 16 meses en prisión acusada por lavado de activos y teniendo un pedido de la fiscalía para 3 décadas de cárcel por ello.
Para una población hastiada de la corrupción y que recuerda la lucha contra la dictadura, la misma que hace pocos meses salió a las calles para tumbarse al presidente Luis Merino que el fujimorismo colocó tras un golpe parlamentario, es impensable votar por ella.
¿Aceptarán el triunfo de Castillo?
Castillo es ya el candidato antisistema y mientras más le atacan el peruano normal más se identifica con un profesor andino, indígena, rural, rondero y agricultor que nunca ha tenido las manos manchadas por la corrupción y que promete seguir viviendo en la presidencia con el sueldo de un profesor.
Keiko ya ha perdido. Si quiere repetir un fraude como el que su padre hizo en el 2000 o si quiere desconocer los resultados como en el 2016 no va a provocar más que una ira social en su contra. Y, si quiere reclamar palacio con una reñida y disputada mínima diferencia, ella se va a ver jaqueada por una ola de gran descontento que va a ser mayor que la que los pueblos de Colombia o Chile han venido desarrollando o la que en Bolivia sacó a la señora Añez del poder.
- Isaac Bigio es analista Internacional.