El racismo en los siglos pasados fue uno de los factores más despreciativos que hubo en las tierras del Qullasuyu, y que causó grandes desfases de perder la identidad nominal de grandes grupos sociales y Eduardo Galeano nos da la razón diciendo “Los subordinados deben obediencia eterna a sus superiores, como las mujeres deben obediencia a sus maridos. Unos nacen para ser mandones y otros nacen para mandados. El racismo se justifica como el machismo, por la herencia genética, los pobres no están jodidos por culpa de la historia, sino por la obra de la violencia. En la sangre llevan si destino, y para peor los cromosomas de la inferioridad suelen mezclarse con las malas semillas del crimen. Cuando se acerca un pobre de piel oscura, el peligrosímetro enciendo la luz roja; y suena la alarma”.
El mismo autor sigue citando, el racismo impera en el mundo; en el mundo colonizado. La era colonial necesitó del racismo, tanto como necesitó de la pólvora, y desde Roma los papas calumniaban a Dios atribuyéndole la orden de arrasamiento.
Un nuevo vocabulario ayudó a determinar la ubicación de persona en la escala social, según la degradación sufrida por la mezcla de sangre. ”Mulato era, y es, el hijo mestizo del blanco y negra, en obvio alusión a la mula, hija estéril de burro y de la yegua. Mientras hubo muchos otros términos para clasificar los mil colores generados por los sucesivos revoltijos de europeos, americanos y europeos en el nuevo mundo.
“Nombres simples: castizo, cuarterón, quinterón, morisco, cholo, albino, lobo, zambaigo, cambujo, albaratazo, barcino, cayote, chamizo, zambo, jíbaro, tresalbo, jarocho, lunarejo y rayado. Y también nombres compuestos: torna atrás, ahí te estas, tente en el aire, y no te entiendo, bautizaban a las frutas de las ensaladas tropicales y definían la mayor o menor gravedad de la maldición hereditaria. De todo los nombres, “no te entiendo” es el más revelador. Desde eso se llaman descubrimiento de América, llevamos 5 siglos de no te entiendos” (Eduardo Galeano, Venas abiertas de América)