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Recordando el Régimen Genocida de Fernando Belaúnde Terry

La política a veces consiste en abrirse camino entre cadáveres. Sin embargo, estos crímenes políticos no son un problema cuando se domina a una élite mediática que sabe como disfrazar la verdad.
Esas viejas tácticas también fueron practicadas por el ya fallecido Fernando Belaúnde Terry. Cuando murió, en el 2002, muchos lo elogiaron como un político intachable pues nunca fue acusado de corrupción. Pero al analizar sus acciones, la imagen de “demócrata ejemplar” se esfuma para revelar a un líder que desplegó un gran rechazo por los derechos humanos.

“LA CONQUISTA DEL PERÚ POR LOS PERUANOS”


Antes de ser elegido, Belaúnde publicó el libro “La Conquista del Perú por los Peruanos.” En éste volúmen promocionó la idea de integrar la selva a través de la construccion de carreteras. Sus sólidas ideas se amparaban en la “modernización.” Muchos pueblos permanecían en el subdesarrollo por su total desconexión con el resto del Perú. Estas carreteras también facilitarían el comercio.
Al asumir el poder, en 1963, Belaúnde pone su plan en marcha. Este plan, sin embargo, contenía un afán colonialista, pues se enfocó en “incorporar a los nativos a la civilización.” Esta visión de gobierno sin embargo era minoritaria. La mayoría de peruanos en los Andes y la Amazonía se mantuvieron renuentes al cambio. Por lo demás, el poder no estaba de su lado. En esa época el Perú vivía en un estado de semi-feudalismo, y las masas campesinas eran explotadas por los terratenientes. Además de carecer de capital y medios de expresión, había un profundo racismo proveniente de las ciudades.

‘Las cartas de Amnistía Internacional van al tacho de basura […] yo no las acepto.’- Fernando Belaúnde Terry


Aunque los campesinos se rebelaron, Belaunde calmó el avispero con la fuerza militar. Algunos grupos guerrilleros fueron aniquilados y torturados. Pero tamaña represión no se comparaba a lo que ocurría en la Amazonía. Con el objeto de construir la Carretera Marginal de la Selva, Belaunde inició un proceso masivo de deforestación. Varias comunidades nativas fueron desalojadas a la fuerza. Sus hogares y campos de cultivo fueron incendiados para construir carreteras y facilitar la operación de las compañías madereras. El abuso y encarcelamiento de nativos Amazónicos fue constante.
La represión en los Andes en los años 60 pudo excusarse por la violencia guerrillera. (En realidad no, pues muchos inocentes murieron, y los derechos humanos en el Perú se esfumaron). Pero lo sucedido en la Selva es indefendible. Belaúnde ejerció una política criminal y genocida.

LA MASACRE DEL PERÚ POR LOS PERUANOS


En el siglo XIX y XX, el Amazonas fue invadido por dos colonizadores: Carlos Fitzcarrald y Julio César Arana, quienes esclavizaron (y ejecutaron) a cientos de nativos con el fin de explotar el caucho Amazónico. Sorprende entonces que Belaúnde haya profesado una abierta admiración por ellos. Al igual que éstos, Belaúnde demostró que las vidas humanas valen poco ante la sombra del comercio y la modernización.
Efectivamente, a principios de 1964, unas tribus Mayoruna atacaron a una compañía maderera ilegal que invadió su territorio, en las orillas del río Yaquerana. En dicho enfrentamiento murieron dos personas. Enfurecido, el presidente Belaúnde convocó a la Fuerza Aérea. Para esto, la International Petroleum Company (IPC), filial del imperio de los Rockefeller, había asistido a la Fuerza Aérea a fabricar NAPALM (letal bomba incendiaria usada por los Estados Unidos en Vietnam). Belaúnde dió la nefasta orden de aniquilar a las tres tribus Mayorunas de la región. Los helicópteros sobrevolaron la zona y ametrallaron a hombres, mujeres y niños indefensos. Los que lograron escapar fueron finalmente calcinados por el fuego del Napalm.
Los medios de comunicación reportaron el suceso como un triunfo de la “civilización” sobre la “barbarie.” La revista ‘Caretas’ de Enrique Zileri (amigo de Belaúnde) calificó a los nativos como “más sanguinarios que cualquier piel roja.” Meses después, Belaunde condecoró con un almuerzo al líder de los madereros ilegales. El apoyo gubernamental incentivó a que los madereros ilegales perpetraran más atrocidades en contra de los nativos.
En el segundo gobierno de Belaúnde las violaciones a los derechos humanos se intensificaron. Organizaciones como Amnistía Internacional le enviaron incesantes peticiones a Belaúnde para confrontar el problema. Pero el presidente dejó muy en claro su posición: “Las cartas de Amnistía Internacional van al tacho de basura […] yo no las acepto.”
Con tales antecedentes, no sorprende lo que ocurriría después.. cuando los terroristas se enfrentaron a las militares. El desprecio por los derechos humanos ocasionaría una catástrofe que ya nos acechaba desde entonces. El precio que la nación pagó fue terrible: casi 70 mil víctimas (la mayoría quechuahablantes).𝔖
https://perusumaq.com/2017/08/31/recordando-el-genocidio-de-fernando-belaunde-terry/?fbclid=IwAR17BgpAqdEoxayshBh7qFPHc302sYyddLqBK1qdDZyDTiZan5pKRukdNU0

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